Día 1, 10 de marzo

San José, depositario del misterio de Dios

 

Oración inicial

Dios, Padre bueno, que nos has dado en San José un protector singular y un modelo a imitar: en comunión con mis hermanos, te ofrezco esta novena para pedirte, por la intercesión del Esposo de la Virgen María, que lleves a feliz y pronto término la obra de la rehabilitación de los templos parroquiales de Santo Domingo de Silos y de San José, en Pinto, para que su reapertura llene tu trono de alabanza y el Evangelio sea anunciado y celebrado en nuestro pueblo.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Meditación

«Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto» (Mt 1, 19), pues no sabía cómo comportarse ante la «sorprendente» maternidad de María. Ciertamente buscaba una respuesta a la inquietante pregunta, pero, sobre todo, buscaba una salida a aquella situación tan difícil para él.
Por tanto, cuando «reflexionaba sobre esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados"» (Mt 1, 20-21).
El mensajero divino introduce a José en el misterio de la maternidad de María. La que según la ley es su «esposa», permaneciendo virgen, se ha convertido en madre por obra del Espíritu Santo. Y cuando el Hijo, llevado en el seno por María, venga al mundo, recibirá el nombre de Jesús. Era éste un nombre conocido entre los israelitas y, a veces, se ponía a los hijos. En este caso, sin embargo, se trata del Hijo que, según la promesa divina, cumplirá plenamente el significado de este nombre: Jesús-Yehošua', que significa, Dios salva.
El mensajero se dirige a José como al «esposo de María», aquel que, a su debido tiempo, tendrá que imponer ese nombre al Hijo que nacerá de la Virgen de Nazaret, desposada con él. El mensajero se dirige, por tanto, a José confiándole la tarea de un padre terreno respecto al Hijo de María. «Despertado José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer» (Mt 1, 24). Él la tomó en todo el misterio de su maternidad; la tomó junto con el Hijo que llegaría al mundo por obra del Espíritu Santo, demostrando de tal modo una disponibilidad de voluntad, semejante a la de María, en orden a lo que Dios le pedía por medio de su mensajero.

Padrenuestro, Ave María, Gloria.

Oración final

Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de san José; haz que por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

 


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